Tania tiene un niño de 5 años que no se corta un pelo en decirle a la gente las cosas. Un día estaban en un bar y él estaba sentado en una silla, pero llegaron unos niños y se fue a la calle a jugar con ellos. Al cabo de un rato cuando entró de nuevo al bar había un hombre sentado en la silla, así que ni corto ni perezoso fue donde estaba el hombre y le dijo que se quitara de allí por que esa silla era suya.
Avergonzada por su propio hijo…
Redacción Radiolé 20/04/2012, a las 13:24