Mari Pili iba a clases de flamenco, y sus compañeras le dijeron que había llegado un francés que el pobre estaba solo y no tenía amigos, que quedase un día con él. En cuanto le vio “se le cayeron las bragas al suelo” era el hombre más buenorro que había visto en la vida. Así que pensó que esa iba a ser la suya.
Quedó con el para tomar un café y se puso el escote más pronunciado que tenía, y claro él ni le miraba, y eso que ella había ido con unas ganas de “follar” tremendas… se hicieron muy amigos y más de un día dormían juntos, pero él no hacía nada. Ella decía que eso era un “castigo de dios”