Hasta las narices acabo María Luisa de una chica, o mejor dicho una pesada, que se enamoró de ella, y no sabe ni como ni por que pero le llamaba a todas horas. Pero es que no solo le llamaba a ella, por que se cambió de número, y al final a la que llamaba era a la hija… la cual también se cambió de móvil. Una obsesionada en toda regla…
¡¡No es amor, es una obsesión!!
Redacción Radiolé 06/09/2012, a las 11:44