Para Milagros uno de los días más especiales de su vida era la boda, un mes antes de la boda ya le empezaron los nervios, no dormía casi… así que cuando llegó la fecha estaba que ni se tenía. Ya cuando entraron a la iglesia estaba como un flan, y cuando llegó al altar, no sabe que le ocurrió pero se empezó a reir de todo. Cada cosa que decía el cura ella se reía, cuando le preguntaban algo, no podía contestar por que no paraba de reírse, y así casi toda la ceremonia, hasta que una de las veces el cura se enfadó y le dijo que o se callaba o no les casaba, aun así ella siguió riéndose como nadie.