Y es que esa podría haber sido la frase que hubiese dicho Francisco que después de la cena del día 24 de diciembre se fue con su familia a la misa del gallo y la montó. Llegó a la iglesia con la mano vendada, se quemó con una vela y la venda salió ardiendo así que salió volando a la pila bautismal para sofocar ese fuego…