Siempre que hablamos en Café Olé con La Húngara y tiene que mencionar a su madre se emociona. Pero se emociona cómo con ninguna otra persona. Sonia tiene locura por la madre que la parió, su sustento, su amiga y compañera y la persona a la que más tiene que agradecerle, como ella dice, que le haya echado una mano a la hora de cuidar a sus dos hijas y ahora por supuesto al pequeño Mouhameth. «La vida de una artista es muy dura en cuanto a la familia. Hay que viajar mucho y hay días que te mueres de la pena de dejar a tus niñas chiquititas por eso para mí mi madre ha sido mi mejor compañera y la persona que me ha dejado más tranquila siempre. Ella se quedaba con mis niñas y yo podía trabajar tranquila» comenta La Húngara.
Son muchos años de escenarios, de ferias, teatros y conciertos. De pueblos, de ciudades, de cruzar las fronteras e incluso cruzar el charco. Muchos días fuera de casa. Como La Hungara dice, sin una madre que te ayude porque es la única persona en la que confías para dejarle a tus hijos, hoy La Húngara no sería lo que es.
Pero no sólo ha sido su madre; la familia de Sonia es maravillosa del primero al último. En la foto también vamos a su hermano Javier Priego, Javi para todos, que es su mano derecha, su fiel compañero y su manager. La persona que la acompaña en todo lo que hace, la que se preocupa por su carrera y por su vida personal. Su mano derecha. «Es un ser único e irrepetible. Él es todo para mi; mi hermano, mi amigo, mi confidente, mi punto de apoyo, mis pies en la tierra y mi cabeza en mis sueños«, dice La Húngara.
Una familia feliz que se adora y se quiere, se preocupan y se ocupan.
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