Rocío Jurado se marchó el 1 de junio de 2006, tranquila y rodeada de los suyos, así lo contaba su hermano y representante Amador aquella madrugada que nunca olvidaremos. Se cumplen 15 años de la muerte de «La más grande» y no fue precisamente ella quien se atribuyó el pseudónimo por el que la recordará la última generación. El futurólogo Rappel nos contó hace unas semanas en «Café Olé» que fue él quien usó por primera vez ese apelativo que, además, titulaba una de las últimas producciones de la cantante. Por aquel entonces Rappel era el responsable de contratación de artistas en la mítica sala madrileña Florida Park, y ya se veía venir la que estaba formando la de Chipiona en la música de este país. La Jurado se marchó tras un largo periplo hospitalario y una agonía que nadie merece. Y como si hubiera ocurrido ayer.
Lo de La Jurado iba mucho más allá de la canción española. Ningún genero se resistía a la poderosa voz de la chipionera. La imagen de la cantante rompió con los cánones de folclórica al uso. Para rompedora, ella; la misma que plantó cara a Concha Piquer, la que toreó a la censura de una Televisión Española aun en blanco y negro, la que puso voz a las creaciones que Manuel Alejandro, José Luis Perales o Juan Pardo cosían a su medida. Toda la profesión se rendía a los pies de la Jurado, incluso las grandes voces líricas envidiaban un potencial que parecía no tener límites.
Rocío se marchó de este mundo siendo una de las artistas más rutilantes del star system cañí, pero sin una casa discofráfica con la que editar nuevos trabajos. Paradojas de la vida y caprichos de una industria que, en sus últimos años, le dio la espalda. Pero eso no era lo importante porque, aun en vida, La Jurado ya era un mito, como dijo Lola: «Una piedra dura de Chipiona»
Afortunadamente el tiempo lo coloca todo en su sitio, o casi todo. El legado musical de la cantante es objeto de constantes homenajes por parte de las nuevas y las consagradas que la tienen como espejo en el que mirarse. A este respecto un consejo: no hace falta chillar para que eso suene a Rocío Jurado. Rocío no gritaba ni forzaba, solo tenía que abrir la boca para que se produjera el milagro y eso, por desgracia, ya es irrepetible.