Como en casa de los padres de su marido no había ascensor y el padre de su marido estaba un poco gordete tuvieron que hacer el velatorio en casa de Neus. Ella puso un cartel abajo para que la portera se enterase y dejase subir a todo el que quisiera. En pleno velatorio el hermano mayor de su marido, una persona seria, le empezó a entrar la risa, por lo que se la contagio a todos, y no podían parar de reírse todos, según dice Neus, fue una situación muy extraña, todos muertos de risa y el difunto al lado. Subió hasta la portera a ver que pasaba y no le pudieron ni abrir la puerta de la vergüenza que les daba que les pillasen a todos riéndose en un funeral.